sábado, 28 de noviembre de 2009

ROBERTO GOYENECHE




UNA BREVE SEMBLANZA DE UNO DE LOS GRANDES DE LA HISTORIA DEL TANGO.

ROBERTO GOYENECHE


Nació el 29 de enero de 1926, en el barrio porteño de Saavedra, Buenos Aires, Argentina. Por ser flaco, de pelo largo y rubio, parecido a los jóvenes de origen polaco, lo apodaron el "Polaco". Fue uno de los cantantes de tangos más reconocido por el público y la crítica en general, después de Carlos Gardel y junto a Edmundo Rivero y Susana Rinaldi.

Desde su infancia estuvo vinculado con la música porteña, ya que frecuentaba cafés y cabarets donde se presentaban los grandes cantores de tango.

Tenía una gran expresividad y su forma particular de colocar la voz lo llevó a ser un vocalista reconocido y respetado.Cantor sin formación académica, su bautismo de fuego fue en un certamen de voces nuevas organizado por el Club Federal Argentino en 1944.Alternó su profesión de cantante con otros oficios tales como taxista y colectivero.

Fue admirador y amigo entrañable de
Aníbal Troilo, como cantor de su orquesta grabó 26 temas y unos años después, ya solista, se volvieron a asociar en dos “long plays”, titulados "El Polaco y yo" y "¿Te acordás Polaco?".

Murió el 27 de agosto de 1994 en Buenos Aires.Interpretó entre otros los tangos:
"La última curda" "Naranjo en flor" "Qué solo estoy" "Gricel" "Garúa" "Afiches" "Maquillaje" "Chau no va más"

jueves, 26 de noviembre de 2009

Agustín Magaldi









Agustín Magaldi, la voz sentimental de Buenos Aires.


Vivió sus últimos años en el barrio Montserrat, ocupando el edificio de la esquina de Solís y Moreno, denominado Casa de los Espejos.






La fachada se distingue por las placas recordatorias que memorizan su presencia. En la historia del tango quedó grabada la fecha del 8 de setiembre de 1938, cuando se apagó su vida a causa de una repentina enfermedad.Junto con Carlos Gardel, Agustín Magaldi es un indiscutido vocero del sentir argentino, unas de las voces imponderables del pueblo mismo que lo ungió su cantor.

Había nacido el 15 de agosto de 1904 en Casilda, Provincia de Santa Fe y desde muy pequeño se sintió atraído por el canto. Suaves canciones criollas se esfumaban con alguna canzonetta romántica de su progenitor. Se pasaba horas escuchando a Caruso-Bonzi o Tita Rufo, y su placer era entonar romanzas que aprendía de inmediato.Actuó por primera vez en público a la edad de 18 años, como integrante de un conjunto musical. Conoce a un virtuoso guitarrista, padre de Héctor Palacios, con quien inicia una serie de presentaciones artísticas. A fines de 1921 se une a Espinosa y, con escasos recursos, deciden viajar a Buenos Aires. Fracasan y vuelven a Rosario. Al año siguiente insisten, y una vez más, la suerte les es esquiva. Espinosa regresa y Agustín queda solo durante poco tiempo, luego también él retorna a Rosario.Forma un dúo con el actor Nicolás Rossi y adquieren gran éxito, aunque es breve porque su compañero parte para Europa. A fines de 1923 ingresa a la Compañía de Félix Blanco, Director de Comedias Musicales. En el año 1924 conoce en forma casual a Rosa Quiroga con quien se integra profesionalmente. El éxito es rotundo y comienzan las grabaciones en el sello R.C.A. Víctor. Se asocia con Pedro Noda y nace el trascendente dúo Magaldi–Noda. A partir de entonces, los éxitos son vertiginosos. Jaime Yanquelevich, verdadero pionero y visionario bautiza a la radio que instala en el domicilio de la calle Estados Unidos y Entre Ríos con el nombre de RADIO NACIONAL. Allí debutan Magaldi-Noda con gran suceso.Yankelevich pasa sus emisoras a un edificio de la Avenida Belgrano 1841, transformándose en L.R.3 donde actúan Magaldi-Noda en prestigiosos programas auspiciados por Griet-Carlos Espejo y Gomina Brancato, con un éxito jamás visto hasta esos momentos.

En el año 1934 se desvinculan de L.R.3 Radio Belgrano para incorporarse al año siguiente a Radio París, en donde llegan a participar junto a Osvaldo Fresedo, Caló con Carlos Dante y Virginia Vera. En ese año se disuelve el dúo Magaldi–Noda.

En febrero de 1936 hace su debut como solista en Radio Splendid, con uno de sus éxitos más perdurables: Nieve, de Ferradás Campos y Magaldi. La obra le significó éxitos incomparables a escaso tiempo de que, definitivamente, la nieve lo dejara sin vida. No obstante, el sentimiento que pusiera al cantar lo mantiene con nosotros.

OSVALDO PUGLIESE

El pianista, director y compositor Osvaldo Pugliese nació en Villa Crespo, provincia de Buenos Aires (Argentina), el 2 de Diciembre de 1905. Era hijo de un flautista aficionado y desde muy niño tomó clases de solfeo con su padre. Antes de los nueve años aprendió a tocar de oído el violín. Luego, en un conservatorio de barrio, percibe que su verdadero instrumento en realidad era el piano.
La realidad económica lo obliga a desertar en los estudios y con catorce años se emplea en una imprenta.
Retorna a la música y lo hace profesionalmente, contaba con quince años de edad cuando en un café del barrio: "La cueva del Chancho" forma un trío. También comienza como pianista del café Domínguez.
Con tan sólo quince abriles comienza a componer sus primeros tangos, al principio cuentan con una estructura simple, pero llega "Recuerdo" en 1924 y se empieza a vislumbrar al gran compositor.
Tocó con Pedro Mafia y pasó por varios conjuntos, entre ellos los de Daniel Álvarez, Roberto Firpo y Miguel Caló. En 1939 se presentó con su definitiva agrupación en el café El Nacional de la calle Corrientes y de esta manera marca una etapa fundamental en toda la música del tango.
Su estilo es fiel a la escuela de Julio y Francisco De Caro, pero con un ritmo más picado y bailable. Compuso "La Yumba" y la inmortalizó en 1946 aunque ya la tocaba desde hace unos años.
Pugliese fue un músico de gran popularidad, aún en nuestros días su nombre es sinónimo de suerte y buenos augurios. Después de una breve enfermedad, "El maestro" murió en 1994 a la edad de ochenta y nueve años, en la misma provincia que lo vio nacer.

Eduardo Arolas

Lorenzo Arola.


Se auto bautizó como Eduardo Arolas, nació en Buenos Aires enBarracas al Norte, el 24 de febrero de 1892 y murió en París el 29 de setiembre de 1929.

Era hijo de un inmigrante que firmaba con una cruz. Lorenzo tuvo en Buenos Aires la escuela que quizá no hubiera tenido en Francia, estudió dibujo, se enamoró del ban­doneón y aprendió rudimentos musicales que de ningún modo necesitaba para apuntalar su genialidad. Rosita Quiroga, ya anciana, recordaba su tez aceitunada, sus ojos verdes (que Canaro veía negros), su aire gitano. Tanta belleza no hizo felices sus amores.
Catorce años sumaban entonces la edad necesaria para que Flor de fango se entregara a las farras y los músicos populares, a las delicias del gotán.
No tenía muchos más Eduardo Arolas cuando andaba tocando por los boliches de La Boca y de Barracas, ya compuesta su ópera prima, Una noche de garufa, bellísimo tango, aunque opacado por El Marne y La Cachila.

Francisco Canaro, que ya se había fogueado en los lenocinios bonaerenses y en las grandes orquestas codirigidas con Firpo, le dio una mano. Y Arolas anduvo con su fueye de café en café, abriéndolo y cerrándolo con brío, casi con desesperación, porque no alcanzaba a expresar todo lo que tenía adentro, y lo rompía entonces impiadosamente, de modo que el instrumento quedaba como un paraguas vuelto al revés, según memoraba Enrique Delfino. Y así continuó tocando, con Firpo primero época inaugural, cuando compusieron en yunta Fuegos artificiales— y luego al frente de sus propias orquestas, y creando afiebradamente, como si supiera que su tiem­po sería mucho más breve que el concedido a otros para conquistar posteridad.
La nómina de sus piezas es extensa y con registrarla no se hace gran cosa. Mejor será, quiero suponer, sugerir que se preste atención a la versión de La Cachila que dejó el piano acariciado por Lucio Demare, o la de Suipacha, por Pugliese, o La trilla, por Francini-Pontier, o Catamarca, por D’Arienzo; o que se escuche la grabación del recital Arolas romántico, ofrecido por Oscar De Elia hace un par de años, y quedará entonces la sensación de haberse topado con un pequeño Mozart de arrabal.
La muerte prematura contribuyó a rodear a Arolas de cierta aura de leyenda, pero tampoco de eso necesitaba. Hombre de ambientes más turbios que cristalinos, es posible que haya seguido en el barrio conventillero pautas éticas que la sociedad sólo toleraba entre el raso y los caireles. De compadrito relajado se lo tildó porque gustaba colocarse algún anillo sobre los guantes. Y así fue tramándose la historia de su muerte violenta. «En una cayeja, solo! y amasijao por sorpresa, /fue que cayó Eduardo Arolas !por robarse una francesa», versificó Cadícamo. Los papeles dicen que murió de tuberculosis pulmonar en el hospital Bichat. Manuel Pizarro, que en 1924 ya era en Europa el rey del tango y se codeaba con la haute internacional, de recalada en El Garrón, lo asistió con genuina nobleza criolla. Sus restos fueron repatriados años más tarde por iniciativa de Cátulo Castillo.
Emelco le dedicó una película, Derecho viejo, del director Manuel Romero (1951), y Juan José Míguez asumió su estampa. En ella se cantaban, con música de Sebastián Piana, estos octosílabos de León Benarós:

«Por él lloramos a solas;
pido atención, compañeros:
¡A sacarse los sombreros!
¡Estoy hablando de Arolas!»